Puntuación
Los signos de puntuación indican las pausas —los silencios— que van dando sentido expresivo a los párrafos escritos. Los complementan los signos auxiliares, con su especial significación en cada caso.
El papel que desempeñan todas estas marcas convencionales es fundamental en la redacción. En la acertada distribución de las comas y los puntos —con sus combinaciones—, asi' como de los signos de interrogación y exclamación, las comillas, los paréntesis, las rayas, los guiones y otros recursos gráficos, radica gran parte de la claridad y fuerza expresiva de lo que se escribe.
Existen algunas normas para el uso de estos signos, que pueden estudiarse en cualquier gramática; sin embargo, el acto de puntuar es algo más que un ejercicio ortográfico de sometimiento a reglas o recomendaciones, aunque no llega tampoco a ser un mero ejercicio de antojos.
Para el eximio escritor Azorín —mente moderna—, "la puntuación tiene una base más ancha que la .decisión personal, que el capricho del escritor. Esa base es la psicología. El estilo es la psicología; no puede uno tener el estilo que quiere. . .". Y agrega: "¿Cuestión de psicología el puntuar? Evidentemente. Varía la puntuación a lo largo del tiempo, como varía —no mucho— la sensibilidad. Varía la manera que el hombre tiene de sentir, y varía el modo de expresar ese sentimiento. Cosa curiosa es ver cómo puntuaban los antiguos y cómo puntuamos nosotros. . ."
Así es. Los párrafos largos, cargados de nexos, complementos, explicaciones u ornamentación —a lo Cervantes o Castelar— ya han pasado de moda. (Por supuesto, los escritores modernos los utilizan y los alternan con los breves o brevísimos; pero la "línea" interior de esos párrafos extensos no es "retorcida" y responde a una "naturalidad expresiva" de distinto valor que la antigua.) En nuestro modesto campo de la redacción común, conviene tener presente lo que dijo un autor francés: "Hoy vivimos en la era del telégrafo. Cuando se puede cortar la frase, hay que apresurarse a hacerlo. La más bella frase es la más breve."
Un signo que generalmente se usa poco en la actualidad es el punto y coma. El punto suele sustituirlo con ventaja de modernidad. Por ejemplo:
Los delegados expusieron su plan; no estaban de acuerdo todos los asistentes y varios lo gritaron airadamente; pero, al fin la presidencia logró imponer orden.
Los delegados expusieron su plan. No estaban de acuerdo todos los asistentes y varios
lo gritaron airadamente. Pero, ai fin la presidencia logró imponer orden.
En cuanto a la coma —a veces suplida en frases explicativas por la raya o guión largo, que aquí usamos—, adquiere una importancia capital en diferenciaciones de sentido, como la siguiente:
El joven carente de entusiasmo no triunfará (sin comas significa: Entre todos los jóvenes, el que carece de entusiasmo no triunfará).
El joven, carente de entusiasmo, no triunfará (con comas para encerrar la frase explicativa, significa: El joven no triunfará porque carece de entusiasmo).
Los dos puntos se usan mucho actualmente para conclusiones: evitan los nexos (como en esta misma construcción, en que están sustituyendo a pues oporque). El ejemplo anterior podría expresarse de la siguiente manera: El joven no triunfará: carece de entusiasmo.
Los signos auxiliares, principalmente los de pregunta y exclamación, hoy se emplean con menos generosidad que antes. Las preguntas indirectas, destacadas mediante los términos enfáticos acentuados, suplen con frecuencia a las directas:
Investigaremos lo siguiente: ¿quiénes son?, ¿dónde están?, ¿qué hacen?
Investigaremos quiénes son, dónde están, qué hacen.
También los signos de exclamación se suprimen en las interjecciones o en los términos enfáticos que los presuponen:
¡Oh, qué belleza encontramos! ¡Y cuánto me gustaría expresarla! ...
Oh, qué belleza encontramos. Y cuánto me gustaría expresarla...
En esta época, ha llegado a convertirse en "técnica literaria" un acto negativo: la no puntuación. Páginas íntegras carentes de signos se entregan a la decisión del lector. Cuando son de mano maestra y sirven para definir situaciones o estados especiales —valga el ejemplo de Joyce—, tienen la debida justificación artística. Pero hay casos intolerables, en que se advierte desaprensión o desconsideración hacia el lector, pues —con pretextos de "no caer en minucias formales ante la importancia del fondo", hacer gala de "libertad expresiva" o "dar visos de naturalidad a lo escrito"— se le entrega una obra caótica, en vez de sugestiva...
tn la redacción común de características modernas —aquella cuyas cualidades de claridad, economía y funcionalidad hemos ponderado detalladamente—, no caben concesiones a la ausencia de puntuación. Al contrario, debe darse una importancia primordial a la adecuada puntuación, como medio insustituible para coadyuvar al logro de esas cualidades.
Como Morouzeau, creemos que la puntuación no es sólo guía de lo que se dice, sino un modo de expresión.
Los signos tipográficos "subrayan las intenciones del autor". Pero, nos preguntamos, ¿todas las intenciones pueden ser traducidas mediante los escasos signos que poseemos? ... Muchos piensan que no. Algunos intentaron imponer una "semicoma" y una "coma interrogativa". Dicen que el poeta Alcanter de Brahm ha inventado el "punto o signo de ironía". Sabemos también de algunos literatos que usan los signos habituales con diferentes oficios. En fin, el tema tiene infinitas derivaciones, y éste no es lugar oportuno para hilar fino al respecto.
Bástenos concluir afirmando que la puntuación merece una meditada atención por parte de quienes expresan con signos gráficos sus pensamientos o hacen de la palabra escrita un modo de acción.
TESTIMONIOS SOBRE EL USO LITERARIO DE LA PUNTUACIÓN
Los libros de Neruda, en esta época elemental, son herbarios, qué digo ¿herbarios? tontería, no, por el contrario, son invernaderos luminosos, donde las plantas nombradas, desde la rosa hasta la yerbabuena, siguen vivas y perfuman.
Miguel Ángel Asturias, Neruda íntimo
Debo decir a los hombres de buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas, que el entero porvenir fue expresado en esta frase de Rimbaud: sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.
Pablo Neruda, discurso al recibir el Premio Nobel
Fue cuando alguien dijo:
—Ya salió la Luna: vamos al patio grande. Fue cuando reconocí que, hasta entonces, la ciudad me había impedido conocer bien
a la Luna.
Fue cuando el descubrimiento me ensimismó.
Y cuando sonaron, gustándome, sin asustarme, las palabras: —Cae gota serena.
Y cuando pensé: —tanto miedo mentado, que no aparece por ninguna parte, sino al contrario: todo resulta sorpresa bonita, y más, muchísimo más, este raro embeleso, como hechizo de la Luna.
—Esta Luna de agosto, la más mala. Fue cuando pensé que aunque quisiera no podría dejar de verla y gozarla.
Agustín Yáñez, Tres cuentos
Milagrosa la niña que iugaba en las huertas de Nepantla; casi fabulosa la joven aguda de la corte virreinal; admirable la monja docta; pero grande por sobre todas, la monja que, liberada de la vanidad intelectual, olvida fama y letrillas, y sobre la cara de los pestosos, recoge el soplo de la muerte. Y muere vuelta a su Cristo como a la suma belleza y a la apaciguadora Verdad.
Gabriela Mistral, Silueta de Sor Juana Inés de la Cruz
¿Cuál es la meta de un joven de veinte años como Platero? Vuelve a reírse y me señala el pecho con el puñal de su dedo:
-He renunciado a las metas. ¿Me oyes? No tengo. Si uno se fija una meta a lo mejor la alcanza. ¿Y luego qué haces? Te quedas parado como mosca en foco. Un día vi a un tipo
Citado APA: Del Moral, M. & Rodriguez, J. (s.f.). Puntuación.Ejemplo de. Recuperado el 31 de Enero de 2023 de https://www.ejemplode.com/44-redaccion/868-puntuacion.html
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