Ejemplo de Ficción Realista

Inicio » Literatura » Ficción realista

Se puede entender como ficción realista a todo aquello que se encuentra acorde a la realidad humana y lógica, esto debido a que existen ficciones que salen del contexto lógico o posible.

La ficción realista se encuentra directamente ligada a la lógica, veracidad psicología y realidad del mundo actual o por lo menos en una posibilidad de existir.

Así la ficción realista se encuentra expresada en novelas, relatos y algunos cuentos, en tanto y cuanto sean cercanos a la realidad.

Ejemplo de ficción realista:

La cita del viernes

El miércoles pasado, me encontré en la calle a Norma Cabrera Herrera y su hijo, ella fue mi novia en el colegio, en realidad nunca supe como lo logré, pero aceptó una invitación a tomar un café el viernes por la noche.

Esperé el resto de la semana, mientras recordaba las fuertes faenas que protagonizamos todos los amigos. Al llegar el viernes, y si todo sale bien, tal vez sigamos saliendo.

Creo que cuando llegue, le propondré caminar frente al colegio, y tal vez pida permiso de entrar al conserje, seguro que Don León nos dejará entrar, después le recomendaré visitar el sábado a alguno de nuestros amigos que aún viven por aquí.

Lo difícil será avisarle que Armando Medina se unió a la policía y que falleció en una redada policiaca, será un trago amargo, él era el alma del grupo.

Estoy tan emocionado que compré un traje, pero al final lo dejé en mi departamento y usaré un suéter de cuello de tortuga y mi saco casual, no quiero parecer un pingüino fuera de lugar.

Llegué a su casa en mi coche, y como soltero pretencioso es un BMWz4, verá que soy el mismo de antes, que apenas si he cambiado un poco, sólo un poquito pelón; al final estacioné el coche en la acera de enfrente y crucé  hasta su casa.

Viendo por los vidrios de  la puerta pude verla bajar por su escalera, yo me sentí ansioso, quería contarle de mí y lo que logré con todo mi esfuerzo.

Ya tenía muchos años de no sentir una emoción como el que sentía en ese momento, parecía un adolecente, y pensar que creí que no tenía derecho a una felicidad como la de ese momento.

Ella abrió la puerta:

Norma— Hola Jesús, ¿cómo has estado?, creí que no vendrías.

Jesús— Cómo crees que faltaría ya sabes que soy como un reloj suizo.

Norma— No soy mala onda, pero creo que no podremos salir esta noche, mi hijo no tiene con quien quedarse, mi hermana salió y mi mamá se fue a Aguas Calientes.

Jesús— No te preocupes, será en otra ocasión. –yo me resigné valientemente– tal vez el próximo viernes.

Norma— Es que quería platicar contigo, tengo años de no platicar con alguien que en verdad me comprenda. Anda, quédate un ratito, “aunque sea en la banqueta”.

Jesús— Claro, no hay problema.

Ella comenzó a contarme todo lo que le pasó desde que salimos de la escuela, que su novio la abandonó embarazada y sólo registró al niño y se fue para Estados Unidos huyendo. Cómo se pasó todo este tiempo y sólo recibió apoyo de sus hermanos y su mamá. Recordamos nuestro pasado, desde la muerte de su papá hasta que salí de la escuela por problemas con los maestros.

Estábamos tan adentrados en nuestra plática, que no escuchamos los truenos y la lluvia nos obligó a entrar.

En su comedor estaban una serie de papeles de banco y su cuaderno de notas, me percaté de la mala situación en que se encuentra. Recogió los papeles y me pidió que los metiera en un cajón de una cómoda, puso un mantel y preparó el café.

Se preocupó un poco y sacó unas galletas de su alacena, me percaté de que no tenía casi nada, su refrigerador estaba vacío.

Norma— Toma asiento, ya está el café.

Me percaté que tenía poca azúcar.

Norma— ¿Quieres un poco de azúcar en tu café?

Jesús— No gracias, estoy tratando de tomarlo negro y sólo. Me parece que estás luchando mucho con tus demonios financieros, ¿verdad?

Norma— Pues ¡¿para qué mentirte?! Si estoy presionada, imagina, mi mamá me prestó para comer hoy, pagué los servicios y me quedé sin quinto. ¿Te molestarías si te pido prestado unos pesos?   Te los pagaría en la semana.

Jesús— Pues no, no te prestaré nunca dinero.

Norma— Hay ¡¿cómo eres?!

Jesús— Te daré un cheque, pero nunca como préstamo.

Norma— No ¡¿Cómo crees?! préstamelo yo te lo pago.

Jesús— Es que si acepto el prestarte dinero es como si acabara con nuestra amistad.

Norma— No seas tan drástico, por lo menos deja que te apoye en algo, a lo buena onda.

Jesús— Mira, cuando hablo de dinero no tengo amistades, soy muy estricto y separo los negocios de la amistad y te tendría que hacer firmar un pagaré y no me corresponde hacer eso ante ti.

Norma— Es solo hasta que consiga trabajo.

Jesús— Dame tu número de cuenta y te deposito el dinero, pero ten claro que no es préstamo, es dado, así podrás acomodarte y además yo sé que es lo que hago con mi propio dinero.

Norma— ¿Y esto porque? Antes no actuabas así.

Jesús— Con el paso de los años he tenido muchos problemas y he agarrado experiencia, yo supe que es quedarse con la mano extendida, pedir ayuda y que no volteen hacia ti y lo que es el verdadero esfuerzo. Jamás llegó la mano amiga, pero no quiere decir que no comience yo a dar la mano.

Norma— No, pues no sabes qué bien me haces.

Jesús— Yo creo que me preparo para retirarme, te dejo mi dirección con mi tarjeta, atrás apunté la dirección de mi fábrica, ahí te daré trabajo, ahora harás las cuentas de mis movimientos.

Norma— ¿Así nada más?

Jesús— No, ¿cómo crees? Tendrás que firmar tu contrato, pues el niño y tú necesitarán de la seguridad social y debes comenzar con tu afore. ¿Terminaste tu carrera?

Norma— Pues no, empecé contabilidad pero la deje por embarazarme.

Jesús— Bueno, te dejaré uno de los coches de la fábrica y con él te moverás. Llevarás al niño a la escuela y pasarás a hacer las cuentas, hasta ahora las he hecho yo, pero trabajo en otra oficina y luego las tengo rezagadas. Creo que es hora de irme, deberás descansar y te dejaré lo que pensaba gastar en el café de hoy. Deberás terminar la carrera, no puedes estancarte aquí.

Norma— ¿Que fabricas?

Jesús— Hago zapatos, pero zapatos para diabéticos, incluso tengo pedidos de médicos y pacientes.

Comenzaron a caminar hacia la puerta, y en el pasillo ella lo abrazó de la cintura como lo hicieron de jóvenes, en realidad por la emoción que tenía lo hizo sin darse cuenta, pero Jesús sí se percató, ella lo encaminó hasta el automóvil y súbitamente lo abrazó; con lágrimas en los ojos le dijo que cree que está bien para la primera cita en ocho años, ¿no?

Jesús— Creo que sólo continuamos donde nos quedamos, salúdame al niño te veré el próximo lunes en la fábrica, estará listo tu contrato.

Subí a mi carro y lo encendí, ella se fue a la puerta de su casa y me despidió saludando con la mano.

En realidad no esperaba esto, ni siquiera supe que sucedió realmente, pero es mejor dejar que las cosas pasen cuando se trata del amor y de una relación. Dejaré pasar lo que tenga que pasar.

Fin

¿Cómo citar? Figueroa,V. & Del Moral, M. (s.f.). Ejemplo de Ficción Realista.Ejemplo de. Recuperado el 26 de Septiembre de 2023 de https://www.ejemplode.com/41-literatura/3754-ejemplo_de_ficcion_realista.html

Escrito por:
Victor Humberto Clemenceau Figueroa
Licenciatura en Filosofía
Universidad Abierta de México
Mauricio del Moral Durán
Mauricio del Moral, fundador y creador de Ejemplo de, es un experto en enseñanza y un apasionado del ámbito educativo desde el año 2007. Ha dedicado una considerable parte de su vida profesional al estudio y al desarrollo de contenidos educativos en formatos digitales de alta calidad. Poseedor de una Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, Mauricio es egresado de la prestigiosa Universidad Intercontinental.
Última modificación: 2014-04-30

Deja un comentario


Acepto la política de privacidad.